Diversos conceptos e interpretaciones aun generan debate sobre el “riesgo”. El sociólogo alemán Niklas Luhmann (1927-1998), reconocido como uno de los más importantes expertos que ha influido en los estudios sobre el riesgo, admite que desconoce el origen de la palabra “riesgo”, sin embargo, señala que su procedencia puede ser árabe, debido a que a partir de los siglos XV y XVI fueron difundidos documentos en los que ya se encuentra utilizada (García, 2005). Como concepto, Douglas (1987) citado por García (2005), señala que el “riesgo” surgió en la teoría de las probabilidades, un sistema axiomático derivado de la teoría de juegos que nació en Francia en el siglo XVII.
La Secretaría de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de las Naciones Unidas, en lo sucesivo UNISDR, (2009), define el riesgo como la “combinación de la probabilidad de que se produzca un evento y sus consecuencias negativas”. Wilches-Chaux (1998), agrega que tiene un carácter diferenciado, dado que no afecta de la misma manera a todos los actores sociales.
Lavell (1996) citado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, en lo sucesivo INECC, (2014) define el riesgo como la “probabilidad de consecuencias perjudiciales o perdidas esperadas (muertes, lesiones, propiedad, medios de subsistencia, interrupción de actividad económica o deterioro del ambiente) resultado de interacciones entre amenazas físicas/naturales, antropogénicas y condiciones de vulnerabilidad”.
Para Liñayo (sf), el riesgo está relacionado con “la probabilidad de que se sufran ciertos daños en una comunidad, los cuales no dependen solo de la amenaza a la cual esta comunidad está expuesta, sino también al grado de susceptibilidad y capacidad de reacción de la misma”.
Señala Liñayo (s.f.) que el riesgo está en función de la amenaza y la vulnerabilidad y se puede representar a través de la expresión:
Riesgo = f (Amenaza * Vulnerabilidad)
Estas afirmaciones, concuerdan con el aporte conceptual de Lavell (2002), quien señala que la existencia de riesgo, y sus características particulares, se explica por la presencia de determinados factores de riesgo. Estos se clasifican, en general, en factores de amenaza y factores de vulnerabilidad.
Desde una perspectiva holística, Elms (1992) citado por Cardona (2001), hace una propuesta conceptual, señalando que el riesgo es un concepto complejo y extraño, algo siempre relacionado con azar, con algo que no ha sucedido y que puede no suceder; con una carga de incertidumbre, aun cuando se intente a menudo darle un sentido de objetividad.
Amenaza. Una amenaza puede ser considerada, de acuerdo a UNISDR (2009) así:
Un fenómeno, sustancia, actividad humana o condición peligrosa que pueden ocasionar la muerte, lesiones u otros impactos a la salud, al igual que daños a la propiedad, la pérdida de medios de sustento y de servicios, trastornos sociales y económicos, o daños ambientales (p. 5).
Ahora bien, el carácter socio-natural de la amenaza, es definido por UNISDR (2009) de la siguiente manera:
El fenómeno de una mayor ocurrencia de eventos relativos a ciertas amenazas geofísicas e hidrometeorológicas, tales como aludes, inundaciones, subsidencia de la tierra y sequías, que surgen de la interacción de las amenazas naturales con los suelos y los recursos ambientales explotados en exceso o degradados (p. 8).
Patterson (1993), citado por Varela (2007), define una amenaza como “un peligro latente originado por un potencial evento natural, social o tecnológico que dada su condición inestable puede activarse en cualquier momento afectando a la comunidad”.
Por su parte, Cardona y otros (2005) citado por Estévez (2006), explican que “usualmente la amenaza se expresa en términos de tasas de excedencia de valores de intensidad, suponiendo condiciones ambientales promedio para una región dada. De otra manera, habría que considerar las condiciones de sitio locales”.
Vulnerabilidad. Por vulnerabilidad, un concepto según el autor eminentemente social, se define “la incapacidad de una comunidad para absorber mediante el autoajuste, los efectos de un determinado cambio en su medio ambiente (Wilches-Chaux, 1989).
El autor señala que la vulnerabilidad constituye en sí misma “un sistema dinámico, es decir, que surge como consecuencia de la interacción de una serie de factores y características que convergen en una comunidad particular”. A esa interacción propuesta por Wilches-Chaux, es a lo que se la denominado “vulnerabilidad global”.
Desastre. Para algunos investigadores, el término “desastre” no tiene una definición universalmente aceptada. Etimológicamente, la palabra “desastre” proviene del latín des (negativo, desafortunado), y astre (astro, estrella), lo que podemos definir entonces como una desgracia generado por los astros, por lo que estaría fuera del control humano (González y Delgado, 2015).
La cosmovisión del desastre recogida en su origen etimológico, aún persiste, especialmente en zonas en las que perviven culturas originarias o ancestrales; lo que podría condicionar la percepción de estos pueblos frente al riesgo.
La Organización Mundial de la Salud, en lo sucesivo OMS, define el término desastre, como un evento súbito que rebasa la capacidad de respuesta del sistema, también, la OMS define la prevención como un conjunto de disposiciones y medidas anticipadas cuya finalidad estriba en impedir o disminuir los efectos que se producen con motivo de la ocurrencia de calamidades. De esta definición, se desprende que, mientras mayores sean las capacidades del sistema, menor puede ser el impacto de un evento súbito.
Para Varela (2007), con la idea de prevenir los posibles riesgos o consecuencias, para establecer mecanismos y realizar operaciones que permitan evitar o mitigar los efectos destructivos, es importante emprender acciones tales como el monitoreo y vigilancia de los agentes perturbadores y la identificación de las zonas vulnerables del sistema afectable (población y entorno).